jueves, 5 de junio de 2014

Una carta que nunca escribí para que nunca la leas



   Creo que nunca te escribí una carta y creo, también, que nunca te voy a escribir una. Es que las cartas se escriben a mano y yo escribo con los pies. Por eso ahora no te escribo una carta para que no la leas. Te cuento que hace tiempo que me prometí abandonar lo cursi, es que es un camino cerrado, que inevitablemente me aleja del verdadero camino, alguna vez voy a contarte, o no, de lo que acabo de decirte, pero sí quiero que sepas, antes de seguir leyendo, que lo cursi está ausente en este texto.
   Lo que sí te voy a contar, es que hoy, que es tu cumpleaños, estuve pensando en vos. Y no, no es que el resto de los días, esos días que son tu nocumpleaños, no piense aunque sea un ratito en vos. Sí, me acuerdo de vos cuando escucho cantar a Mercedes Sosa, no porque cantes como ella cuando cantás, sino porque cantás como ella cuando no cantás. También cuando tropiezo con el cordón de la vereda, y no por el tropiezo, sino porque después sigo caminando. También cuando me despierto temprano los domingos y veo por el color de la mañana que será un día tranquilo, los domingos nublados también, pero antes pienso en el viejo, porque se me da por cantar bajito esos tangos que me aprendí de memoria en otros domingos.
   Bueno, la cuestión es que hoy completaste otra vuelta al sol y, de más está decir, no podía quedarme, justamente, sin decir algo por escrito. Quedó breve, pero breve no es cortito. Y si me quedó un poco cursi, no importa, porque no vas a leer lo que no he escrito.




No hay comentarios:

Publicar un comentario